LA
PRESIDENCIA DÉBIL: 2006-2012. ENSAYO POLÍTICO SOBRE LA DIALÉCTICA DEL CAOS.
ESTADO
NATURAL ENTRE HOBBES Y NIETO.
El gobierno de Felipe
Calderón es un fenómeno que aún es criticado por muchos, no por las
intenciones, sino, más bien, por los resultados obtenidos de muchas acciones
llevadas a cabo en dicho sexenio. Todas estas acciones no deben aislarse de la
terrible crisis gubernamental por la que estamos transitando, ya que no es cosa
de hace 1 año o causa directamente de la alternancia del 2012.
Entramos en un Estado
fallido, lo más parecido al Estado natural. Para Hobbes, el Estado de
naturaleza puede definirse como una situación de tensión constante. Dicho de
otra forma, en un primitivo estado de guerra, en el cual “no existe oportunidad
para la industria, ya que su fruto es incierto […] no hay cultivo de tierra, ni
navegación […] ni computo del tiempo, ni artes, ni letras, ni sociedad; y lo
que es peor de todo, existe continuo temor y peligro de muerte violenta; y la
vida del hombre es solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve”.[1] Me atrevería a contradecir
a Hobbes diciendo que si hay algo peor: que, habiendo Constitución, leyes y un
contrato social conforme a sus términos, aun reine la supervivencia del más
fuerte.
Vivimos en un Estado
de naturaleza, tan es así que “un régimen políticamente desarrollado no
descansa en las Fuerzas Armadas”.[2] El poder militar ya vuelve
a ocupar un sitio importante como institución que sirve para legitimar el
régimen. Es aquí donde otra fracción principal para explicar la debilidad del
régimen entra en juego, mostrándonos que no puede verse ninguno de manera
aislada: El narcotráfico.
La razón principal
por la cual el ejército y la fuerza pública han tomado las calles de muchos
estados es el combate que, desde el gobierno de Calderón, se ha realizado contra
los grupos delictivos, “Porque en virtud de esta autoridad que se le confiere
por cada hombre particular en el Estado, posee y utiliza tanto poder y
fortaleza, que por el terror que inspira es capaz de conformar las voluntades
de todos ellos para la paz”.[3]
El sector militar
juega un papel importantísimo, ya que desde hace unos años entramos en un
Estado de Guerra. Una guerra interna con los carteles de la droga que, día a
día, nos muestra las consecuencias, “En medio de la descomposición surgen las mafias
que venden protección a familias y negocios. Ciudades enteras viven asediadas
por las bandas del crimen organizado. No hay Estado”.[4]
Otro de los actores
que sostienen, por decirlo de algún modo, el débil sistema mexicano en crisis
es el circuito financiero. No obstante, desde la caída de las bolsas de valores
en el año 2008, quedo por demás evidenciada la debilidad económica de nuestro
país, ya que, al ser sustentadores externos del gobierno, este no tiene control
sobre su comportamiento.
Para finalizar, hay 2
sectores que apoyan de manera fuerte al Estado débil: los sindicatos,
otorgándole poder político por trayectoria, aunque reduciendo su autonomía y
afectando severamente la imagen; y los medios de comunicación, ya que estos
garantizan la permanencia en el poder, dada su intensidad, e incluso podría
recomendarse que las relaciones entre el gobierno y este último sean en un
marco de legalidad.
Lo único que podría
mencionar a modo de breve conclusión es que este libro no es alarmista de
ningún modo. Es un libro que nos da un golpe de realidad, nos muestra que
estamos en retroceso y no podemos ignorarlo o retrasarlo. Es lógico que se
necesitan cambios, pero hay una división ideológica y generacional inmensa. A
esto debemos sumarle las nuevas tecnologías, las cuales muchas veces
contribuyen marcando más estas divisiones. La otra cuestión para poder plantear
un cambio emanado de la sociedad es si el pueblo en general está preparado, si
quiera interesado en cambiar su realidad, puesto que una minoría estudiada y
consciente no puede decidir qué es lo mejor para todos los mexicanos, porque
sería repetir lo que estamos viviendo.
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